Una invitación que sin duda nos debería atraer a
reflexionar, a analizar y a considerar cómo podemos conocer el amenazante
gigante que pudiera llegar a ser el temor en nuestras vidas, más también, cómo
volverlo el máximo aliado.
Conocerlo, significa ser honesto contigo y definir
detenidamente todas esas emociones que revolotean dentro de ti. Darles nombre a
esas emociones e identificarlas, te ayudará a saber contra quién estas
peleando.
Comúnmente,
la mayoría de nuestros temores tuvieron el inicio dentro de nosotros mismos.
Claro, entiendo que hay una “invitación” que surge desde el exterior que en
algún momento vulnerable hemos aceptado consciente o inconscientemente. También
entiendo que hay personas que se encuentran en un ambiente literalmente tan
amenazante (Guerra, violencia doméstica o social, abuso físico, sexual,
emocional y hasta espiritual, etc.); donde el temor los amenaza tanto desde el
exterior como del interior. Aún en esos casos, ha habido una luz de esperanza
que les alumbra el camino para salir de esa posición.
Hace
poco veía y escuchaba, en reportaje especial, a un refugiado Sirio, que tuvo
que decidir escapar de su ciudad por la amenaza de guerra que vivía su país.
Este hombre no solo temía por su vida, sino por la de su familia también. Con
ojos llorosos, decía, que no hubiera querido dejar su país, su ciudad, su
idioma, su cultura, sus raíces. Supongo que, con un nudo en la garganta, porque
callaba y suspiraba profundamente, no podía expresarse más, pues si lo hacía,
posible terminaría en un desconsolado llanto y “claro” era el hombre fuerte
(esto, para otro artículo, ¿no creen?). Este hombre tuvo que decidir salir,
tuvo que enfrentar su miedo literal y su miedo interno de dejar todo lo
preciado y enfrentar un nuevo territorio, que, para variar, está poblado con
alguno que otro celoso de “su territorio” y que desea cerrarle las puertas. Se
necesita valor desde el interior para enfrentar el temor y a un futuro fuera de
el.
Quizá
pienses en historias más cerca. En personas de México, Centro y Sudamérica que
vienen huyendo a éste país atemorizados por sus mismos gobernantes o ciudadanos
terribles que los oprimen, los maltratan o hasta han visto morir a sus amados,
y que también se encuentran aquí con crueles ciudadanos faltos de misericordia
incapaces de extenderle ayuda al necesitado. Gracias a Dios, también existen
personas donde el corazón del Buen Samaritano aun palpita.
Seguro piensas en tu propia
historia, que buscas refugio de tales acechos, amenazas o de tu mundo interior,
que difícilmente puedes huir sin ser atormentado cada vez que te enfrentas a
los retos de la vida.
Si, a
las emociones que encierra el temor pueden aliarse a tristeza, frustración,
enojo, desesperanza, desamparo y hasta desamor entre otras. Mas podrán no ser
nada cuando las confrontes con aquel que las conoce para despolvorearlas y así
desterrarlas de tu vida.
Conocer
el temor como enemigo te ayudará a visualizarlo y a analizarlo para evaluar su
fragilidad ante la Autoridad del Dios TODOPODERSO que sobrepasa toda
circunstancia y todo gobierno llevándote a otra dimensión con autoridad.
Si, si acaso no le conocías te lo
presento, se llama Jesús el Salvador; es a éste nombre, al que le teme el temor
que te amenaza, es a éste nombre al que le teme lo que te acecha, es a este
nombre que le teme lo que te oprime, te limita, te retrae, te desarma o te
paraliza hasta querer derrotarte y conquistarte. Es a éste nombre, que
necesitas incluir en tu mundo interior para que gobierne, te lleve a libertad y
a la paz deseada.
Tener al temor de aliado, incluye
tener a Jesús gobernando tu corazón, entonces conocerás el temor que ama, que protege,
que dirige, que cubre, que alienta, que empuja, que motiva y que apasiona por
seguir intimando con él. El temor aliado es éste que dice la Escritura en
Salmos 25:14, 27:1, 34:7, 115:11 y en 1 Juan 4:18 dice que: En el amor no hay
temor, porque el temor lleva en si castigo. De donde el que teme, no ha sido
perfeccionado en el amor (Dios).
Este es el temor aliado, el cual te invito a
conocer más profundamente para que crezcas en confianza, seguridad y amor. Este
temor que es misericordioso, que te abraza, que te da esperanza y te dice: “No
temas, yo pelearé por ti y estarás seguro en mí.”